Así nos recibe el protagonista de esta nueva serie de Netflix. Nos invita a que conozcamos un mundo que describe cómo se mueven las cartas dentro de un partido político de tal forma que un gobierno quede en pié o bien se derrumbe como un castillo de naipes. Una visión de lo que los políticos pueden hacer a su antojo con tal de obtener beneficio propio. ¿Os suena de algo?
La serie nos sitúa casi en la actualidad. Finales de 2012, cena de Nochevieja con los miembros de un partido político que ha ganado las elecciones a la presidencia de Estados Unidos. En los siguientes días se formará gobierno y el congresista Frank Underwood (Kevin Spacey) tiene muy claro que será elegido por el futuro Presidente para tomar puesto en algún alto cargo de la Casa Blanca, por lo que la felicidad de la velada y las ansias de más poder rebosan por todos los lados. Pero todo se tuerce cuando le comunican que no será así y que deberá seguir estando en el congreso, ya que le necesitan ahí más que en el gobierno. Todas sus aspiraciones y el ascenso meteórico en su carrera política se viene abajo con esta noticia. Pero Frank no se cruzará de brazos ante la decisión tomada por su partido y, a partir de ese momento, comenzará una particular cruzada donde hará todo lo posible para poder obtener lo que le corresponde, aunque para ello tengan que caer compañeros suyos de partido.
Vemos que el ambicioso plan puede ser casi imposible, pero la serie retrata muy bien cómo hay que tener amigos hasta en el infierno y cómo esos favores, que aún están por cobrar, deben empezar a materializarse. Por no decir, lo que facilita las cosas el PODER. Otro punto a su favor es el chantaje, y ahí nos encontramos con el personaje interpretado por Corey Stoll, el congresista Peter Russo. Debido a su adicción a la coca y el alcohol hará que Underwood le ofrezca su silencio a cambio de su total lealtad, teniendo que tomar decisiones contrarias a sus principios para que nadie sepa de sus vicios y su carrera política no se desmorone. Para engalanar un poco más su cometido, Frank utilizará al espectador como cómplice de su plan, dirigiéndose a la cámara y explicándonos, en primera persona, por qué ha hecho algo o cuál va a ser su próximo movimiento.
Una gran ventaja de esta ficción es que está producido por Netflix, empresa americana líder en distribución de contenidos por Internet a través de vídeos a la demanda. Y digo 'lo bueno' porque en USA se ha estrenado toda la serie al mismo tiempo, pudiendo verla al ritmo que quieras. Lo que conlleva que, al menos la primera temporada, sabemos que va a tener trece capítulos sí o sí. En España la está emitiendo Canal+, pero al ritmo tradicional de un capítulo a la semana.
Si con todo esto no os he convencido para ver 'House of cards' os informo que los dos primeros capítulos están dirigidos por David Fincher director, entre otras, de 'Millenium: Los hombres que amaban a las mujeres', 'La red social', 'El curioso caso de Benjamin Button', 'El club de la lucha' y 'Seven', su ópera prima. Por tanto, con estas credenciales nos aseguramos que tendremos un producto de calidad. Lo que sí que tengo que destacar es que, aunque los dos primeros capítulos están dirigidos por este director, no se nota mucho la marca Fincher, pero el resultado final es muy elegante, algo que también caracteriza a este realizador.
Como veréis 'House of Cards' no se desvía mucho de la actualidad política de nuestro país y nos da esa visión desconocida que explica que con poder, amigos, hipocresía y suerte se consigue lo que uno quiere. Ahora bien, el matrimonio Underwood, donde él es más malo que Judas y ella es igual o peor que él, ¿conseguirán lo que desean?
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